En un rincón secreto del mundo, la madre naturaleza soñaba despierta. Cada pincelada de su aliento dejaba un color: amarillos como el sol que nunca se apaga, naranjas que arden como la risa del viento, celestes suaves como caricias de mar.
La selva, viva y atenta, escondía criaturas que jugaban a no ser vistas: un ojo curioso entre las hojas, una cola que se asoma, una silueta que se confunde con el tronco. Todo latía en silencio. Todo era parte del mismo suspiro.
Y el mar, al fondo, murmuraba secretos salados que solo la tierra sabía traducir en flores, alas y raíces.
Esta obra no se contempla, se percibe. Nos propone una pausa, para descubrir lo oculto entre la forma y el color.
Obra Original "Donde Duerme la Madre Naturaleza" (1.50 x 1.50 m)
Oleo y acrílico sobre lienzo
Nota: La fotografía puede no alcanzar a reflejar toda la textura y trazos presentes en la obra.