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Dicen que, antes del tiempo, existía un mundo tibio donde todo lo que amamos ya estaba: las vasijas con secretos antiguos, ramas que sabían cantar, estrellas que dormían bajo el agua y corales que brillaban como soles.

Allí, los colores no se ordenaban: bailaban. Los magentas jugaban con los naranjas, los rojos chispeaban entre las ramas, los rosas se deslizaban como risas por el aire. El amarillo cadmio no iluminaba: acariciaba. Todo estaba vivo, mezclado, celebrando.

Las vasijas escondidas en la tierra guardaban danzas, historias, pedacitos de alegría. La vegetación abrazaba al mar, el mar le devolvía estrellas, y el cielo se llenaba de guiños. Un destello verde aparecía como quien pasa a saludar, dejando su frescura y yéndose sin hacer ruido.

En ese mundo no había principio ni final. Solo una sensación de estar en casa, en calma, en calor. Como cuando algo te hace sonreír sin saber por qué.

Obra Original "El Origen del Goce" (1.00 x 1.00 m)

US$690,00Precio
  • Oleo y acrílico sobre lienzo

     

    Nota:  La fotografía puede no alcanzar a reflejar toda la textura y trazos presentes en la obra.

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