Hay árboles que no se miran: se escuchan. Esta selva respira en capas, como un secreto abierto al que solo se accede con la mirada atenta. Todo está ahí, latiendo: un ala que se confunde con una hoja, una rama que guarda una silueta, un ojo curioso que espía entre los verdes.
Los colores no nombran, pero revelan: destellos de rojo, plumas amarillas, sombras que se cruzan como presencias fugaces. Cada rincón guarda un personaje, una historia que se deja intuir pero no se entrega del todo.
Esta obra no grita: susurra. Nos invita a afinar los sentidos, a volvernos niños frente al misterio de un mundo que no se da de una sola vez. Como si el corazón de la selva estuviera esperando a ser encontrado.
Obra Original "Latido Escondido" (1.00 x 1.00 m)
Oleo y acrílico sobre lienzo
Nota: La fotografía puede no alcanzar a reflejar toda la textura y trazos presentes en la obra.